Sebastián Vázquez, experto en Salud Emocional

Entrevistas, La Pizarra

Aunque históricamente no se le ha dado la importancia que merece, poco a poco va ganando en relevancia el cuidado de la salud emocional. Mientras que cualquier daño físico se ha considerado como grave, el lado psicológico de las personas nunca ha tenido tanta atención.

Por ello, para que una empresa funcione adecuadamente, es necesario un correcto funcionamiento de cada uno de sus integrantes. Y esto no incumbe únicamente al plano físico, también lo hace con el plano emocional.  Y es que en una empresa, o en un grupo de trabajo, sus integrantes forman una única unidad funcional que se asemeja a un individuo.

Pero no solo el plano emocional de las personas es relevante para el correcto funcionamiento de un proyecto, también lo es la salud emocional del proyecto en cuestión, ya que éste está conformado por una serie de elementos que pueden provocar que no funcione adecuadamente.

Sebastián Vázquez, colaborador habitual del programa y experto en esta materia, nos ofrece seis fases que debemos recorrer para poder elaborar un diagnóstico preciso de la salud emocional que tiene nuestra empresa.

Y es que conocer cómo están tanto el equipo como el proyecto es fundamental para cualquier emprendedor. Una mala salud emocional, de uno de ellos o de ambos, puede llevar a la no consecución de objetivos o a una bajada en la productividad, entre muchas otras problemáticas.

La importancia de la salud emocional en las empresas

Las fases del diagnóstico

Las fases que propone Sebastián para elaborar el diagnóstico de la salud emocional de la empresa son las siguientes:

Fase 1

En la primera fase debemos empezar por algo muy sencillo: separar lo que nos pertenece de lo que no nos pertenece. En otras palabras, ser capaces de visualizar cuáles son los problemas en los que tenemos capacidad de acción y cuáles no.

Hay que tener claro que gastar tiempo y energía en tratar de arreglar situaciones que no están en nuestra mano es inútil. Por ello debemos focalizar nuestros esfuerzos en lidiar con aquello que sí depende de nosotros.

Por otro lado, será necesario averiguar cuál es el nivel de poder real del líder del grupo y su nivel de autoridad, entendida desde la justicia. Cuando no hay justicia en el equipo se producen desequilibrios.

Fase 2

Una vez completado el paso anterior, es momento de comprobar los niveles de respeto, tolerancia y transparencia.

El exceso de respeto o de tolerancia muestra fallos en el sistema y en la posibilidad de caer en un modelo laxo o débil. En consecuencia de estas taras, la transparencia se verá resentida y es entonces cuando entran en escena los juegos de poder.

La transparencia debe ser tanto horizontal como vertical, poniendo a disposición de todos los miembros del grupo toda la información que sea de relevancia.

Fase 3

En esta fase será necesario comprobar la potencia del grupo, su progreso y su renovación. La renovación se refiere a cualquier tipo de estancamiento que se pueda producir. Es necesario que todos los miembros de un grupo estén en continuo crecimiento. El caso contrario es una mala señal.

En el progreso comprobaremos todos los factores que incorporan elementos positivos y todos los que incorporan elementos negativos. Eliminar todo aquello que destruye, potenciando lo que destruye.

Con la potencia, Sebastián se refiere a lo que une sobre lo que separa. Y hay que observar con detenimiento porque es fácil que existan elementos que siempre restan, que merman el rendimiento y, en consecuencia, la potencia disminuye. Por tanto, el equipo no progresa y no se produce ninguna renovación.

Fase 4

En esta fase deberemos chequear la diferencia entre lo verdadero sobre lo válido. Esto quiere decir que hay cosas que puntualmente parecen válidas pero que, en el fondo, son simplemente un parche.

También habrá que distinguir lo fundamental de lo accesorio. Sabiendo cuáles son los detalles que vital importancia para el proyecto y cuáles son las pequeñas cosas que funcionan como complementos.

En última instancia, hay que definir lo real sobre la fantasía. No perderse en cantos de sirena y saber cuál es la verdadera sustancia del proyecto.

Fase 5

Si sabemos qué es lo verdadero de nuestro proyecto, podremos empezar la fase 5 sabiendo cuál es nuestro propósito. Si el propósito es real, verdadero y está basado en lo fundamental, lo podré representar en una idea.

Esa idea, todavía abstracta, debemos convertirla en proyecto. Un proyecto al que deberé dotar de unos recursos que van en relación al mismo.

Muchos proyectos no son prolongados en el tiempo, entre otras cosas, porque no se hizo un buen análisis de esta fase. No fueron claros con el propósito, la idea no estaba bien definida, el proyecto no estaba dotado de recursos y, finalmente no se pusieron correctamente en marcha.

Fase 6

En la última fase deberemos comprobar adecuadamente los problemas, pero entendidos como una precisa definición de cuáles son las adversidades reales y cuáles no son realmente nada.

Si de verdad hemos detectado un problema, tendremos que saber exactamente cuál es su origen, aplicar el remedio y conocer la procedencia del mismo. De esta manera nos podremos olvidar de él y centrar toda nuestra energía en ponerle solución.

En la mayoría de casos, se habla un 70% del problema y apenas un 30% de la solución, lo cual es un error.

A través de estas seis fases conseguiremos detectar cómo se encuentra la salud emocional de nuestra empresa, no solo a nivel de sus integrantes sino también a nivel de entidad con un proyecto y unos fines que realizar.

La entrevista a Sebastián Vázquez, experto en Salud Emocional, en YOUTUBE…